- El hombre, causa principal en el 40 % de los casos de infertilidad
- Existe correlación entre una calidad espermática baja por anomalías cromosómicas y genéticas y una baja tasa de embarazo
- Dos sencillas pruebas mejorarían el diagnóstico de casos con factor masculino
Se estima que un 15 % de la población mundial tiene problemas para concebir un hijo; la infertilidad, sin embargo, sigue siendo un tema que muchas personas prefieren no comentar abiertamente. Históricamente se achacaba a las mujeres que el bebé tardara en llegar, lo que tuvo como ventaja que se investigara el tema y muchos tratamientos de reproducción asistida se centraran en ellas. No obstante, en 4 de cada 10 casos, la infertilidad está asociada al hombre –exactamente los mismos que en los que se relaciona con la mujer–, por lo que los avances en la selección de espermatozoides son también de gran importancia para mejorar los resultados en los tratamientos de reproducción asistida.
Durante el Congreso Anual de la ESHRE, que se celebra hasta mañana en Ginebra, el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) ha presentado las conclusiones de tres estudios centrados en mejorar el diagnóstico y tratamiento de la infertilidad masculina.
A día de hoy, en una primera consulta se realiza a los hombres un seminograma a partir de una muestra de esperma, “una prueba que deja sin analizar algunos factores que influyen en la calidad seminal más allá de la concentración de espermatozoides (si hay o no), su movilidad y su aspecto morfológico”, explica la Dra. Cristina González, coordinadora de los laboratorios de Andrología de IVI y Directora del Laboratorio de Andrología y Banco de Semen de IVI Sevilla.
Esta prueba no tiene en cuenta ni la dotación cromosómica haploide ni la calidad o cantidad de material genético que presentan los espermatozoides. Aunque en la mayoría de los casos se contemplan como variantes de la normalidad, algunas de las alteraciones cromosómicas –polimorfismos e inversiones– son causa de una peor calidad seminal y una menor tasa de embarazo, según los resultados del estudio llevado a cabo por la Dra. González. Su determinación en un paciente es sencilla: basta con realizar un cariotipo –una fotografía de todos los cromosomas de una célula– mediante un análisis de sangre, una prueba ordinaria que ya se realiza a todas las parejas al inicio de los tratamientos de reproducción y que permitirá anticipar las dificultades para lograr un embarazo.
Otra prueba cuyos resultados mejorarían el diagnóstico de la infertilidad masculina es el estudio del contenido de ADN espermático –ploidía espermática– mediante citometría de flujo, una técnica que consiste en proyectar una luz láser sobre las células y que permite el análisis de diferentes características celulares, como por ejemplo la morfología, según el marcador utilizado. Para llevar a cabo esta prueba podría utilizarse la misma muestra inicial de esperma que para el seminograma. Y es que, según una investigación llevada a cabo por el Dr. Alberto Pacheco, Director del Laboratorio de Andrología de IVI Madrid, un contenido anormal de ADN de los espermatozoides influye en la calidad embrionaria.
Durante la generación de los espermatozoides en los testículos, se reduce su contenido genético para que, una vez se fecunde el óvulo, el embrión resultante no tenga información genética de más, y es en este punto donde a veces se da el fallo. “Este estudio nos ha permitido observar, además, que los pacientes presentan células subploides en un 20 % de los casos, una tasa muy superior al 8 % detectado entre el grupo de donantes”, explica el Dr. Pacheco, quien subraya la importancia de este hallazgo por sus implicaciones sobre la tasa de fecundación y el porcentaje de embriones viables para su transferencia.
Por su parte, el Dr. Nicolás Garrido, Director de la Fundación IVI, ha presentado durante el Congreso los resultados de un metanálisis llevado a cabo en colaboración con dos centros de reproducción asistida de Brasil y que pueden suponer una mejora en la efectividad de los tratamientos para lograr un embarazo. Por lo general, cuando se va a realizar una fecundación in vitro, los espermatozoides se obtienen por medio del eyaculado, también en el caso de hombres con un bajo recuento y en los que estos tengan roturas o lesiones en el material genético, algo que también se conoce como fragmentación del ADN.
No obstante, se ha detectado que esta fragmentación fue un 24 % menor al obtenerse el esperma mediante biopsia testicular, lo que repercute en una mejor calidad y por tanto en mayores probabilidades de embarazo, menores abortos y una mayor tasa de recién nacido vivo, unas mejoras que justificarían realizar la biopsia en estos casos. “Es una técnica más invasiva, pero que habría que considerar en casos específicos. La biopsia testicular permite obtener los espermatozoides en una etapa anterior en la que el daño aún no se ha producido. Se realiza mediante cirugía ambulatoria con anestesia local y cuenta con una recuperación de solo un par de horas”, aclara el Dr. Garrido.
La investigación es uno de los pilares de IVI y su Fundación, que, a través de múltiples proyectos, buscan ampliar el conocimiento sobre el factor masculino y su incidencia en los tratamientos de reproducción asistida.