Por el Comité editorial de Panamá
Por: Ana Cristina Angelkos, Psicóloga de la Unidad de Apoyo Psicológico de IVI Panamá
Llega el mes de diciembre, y con él un ajetreo constante: tráfico en las calles, centros comerciales abarrotados, reuniones de trabajo, de los amigos, de la familia, intercambios de regalos, en fin, un sinfín de compromisos sociales y familiares que nos dejan agotados a todos.
Pero más allá de todo ese movimiento, para las personas que viven con infertilidad diciembre representa algo así como una película de terror: en todas esas reuniones, intercambios y fiestas se corre con la posibilidad (que es casi una certeza) de que surja la clásica pregunta: “¿y los niños para cuándo?”. Pregunta que la mayoría de las veces no resulta malintencionada, pero que sí resulta impertinente, que nos roba la calma, que nos deja fríos y que no sabemos cómo afrontar.
Es por eso que muchas veces las parejas o las personas que sufren de infertilidad, deciden aislarse en esta época, retirarse o evitar los espacios de compartir con otras personas por temor a enfrentarse con La Pregunta, por vergüenza de no haber logrado conseguir su embarazo o paternidad, por rabia o celos al ver a otros padres compartir momentos especiales con sus hijos, por dolor de no sentir su vida y metas completas por un año más. Todas estas emociones son naturales, comprensibles y esperables en esta situación, pues al llegar el final de un año más, no solamente vienen fiestas de compartir y estar con familia y amigos, sino también la inevitable revisión del año transcurrido con sus logros y fracasos, que nos lleva a prepararnos para recibir el año venidero.
Pero no tenemos que vivirnos el fin de año y las fiestas sumidos en negatividad, tristeza y decepción; no tenemos que distanciarnos de nuestros seres queridos. Podemos afrontar el monstruo de la película (la infertilidad) de una manera más positiva, que nos permita disfrutar de estos momentos y evaluar los aprendizajes de un año más de vida.
Revisemos entonces algunos tips o recomendaciones que nos permitirán “navegar” en el mar de festividades sin sentir que nos ahogamos en nuestra pena:
- Ante las preguntas de curiosos sobre la llegada de los bebés, podemos adoptar una actitud menos defensiva pensando que la persona no está preguntando por dañarnos, sino por una curiosidad bastante típica de los seres humanos (aunque no por eso bien fundamentada, pues cada quien es dueño de su vida y sus decisiones en cuanto a la llegada o no de los hijos), y que generalmente la gente se guía por los cánones estereotípicos de la sociedad: casarse – tener 2,5 hijos – tener un perro – comprar una casa, etc.
Como respuesta, planteo dos alternativas: la primera, con una sonrisa – posiblemente algo forzada – indicar “estamos trabajando en eso” y buscar desviar la conversación o cortésmente excusarse y buscar a otra persona de la fiesta. La segunda, y dependerá exclusivamente del nivel de confianza que se tenga con la persona que pregunta, sería básicamente ir de frente: “verás, estamos teniendo algunas dificultades y hemos buscado ayuda médica para manejarlas… en eso estamos”. Esta segunda respuesta generalmente suele desarmar un poco al otro y, al incomodarle, tiende a cambiar el tema. También la pareja puede tener una serie de acuerdo o “código secreto” que les permita salvar al otro de encontrarse en una situación así de incómoda.
- Ante la sensación de tristeza, fracaso, vacío al no haber logrado un embarazo en el año, recomiendo buscar un espacio personal de reflexión, para pensar en lo que sí se ha logrado este año, para pensar que todo lo sucedido en la búsqueda de ese embarazo, lo bueno y lo malo, y pensar en los aprendizajes que hemos sacado de ello y las oportunidades de crecimiento para el año venidero. ¿Ha fortalecido mi relación de pareja o nos ha distanciado? ¿He logrado conocer más de mi cuerpo y de mí? ¿Cómo estoy físicamente: hay algún cambio que necesito hacer? ¿Cómo estoy emocionalmente? ¿Necesito buscar apoyo externo? De todas las experiencias de vida, de TODO siempre podemos aprender y sacar algo positivo.
- Ante los deseos de quedarse encerrado en casa y no ver a nadie, pensemos que las fiestas de fin de año son oportunidades para agradecer por la vida, los amigos y la familia. No desperdiciemos esta oportunidad para brindarnos ese espacio de compartir con otros, de construir buenos momentos. No son solo regalos y fiestas, son memorias que construimos y que en nuestros momentos de tristeza nos pueden ayudar a ver ese lado más positivo de la vida. Hagamos el esfuerzo, pongamos nuestra mejor cara y actitud y vayamos en busca de buenos momentos.
- Ante los excesos que se nos presentan… A veces, las fiestas representan una oportunidad perfecta para darse a los excesos: la comida, la bebida, los gastos. Muchas veces en nuestra frustración perdemos el control de nosotros mismos e intentamos llenar ese vacío con cosas, comida de más o tragos de más. Esto no nos ayuda. Terminamos luego sintiéndonos peor con nosotros mismos, más vacíos y mortificados. Hay que tener cuidado y llevar todo en su justa medida.
- Ante la sensación de tristeza, desesperanza y hasta envidia que puede otorgarnos el ver a otras familias disfrutar con sus hijos o a parejas embarazadas, debemos entender desde lo racional que estamos teniendo dichas emociones, que pasan por nuestra situación, que los demás no tienen culpa o responsabilidad en ello, pero sobre todo que nuestro momento ya llegará; que hay esperanza de cumplir ese anhelo de nuestro corazón, que no hay que rendirse y que hay que seguir intentándolo. Hay que darse ánimos a uno mismo y entre la pareja.
Definitivamente, sobrellevar la tristeza cuando todo el mundo está de fiesta es difícil; más cuando solamente se tiene la pareja el uno al otro o cuando se ha decidido llevar a cabo este proceso en solitario, ¡pero es posible! El secreto está en pensar positivo, en mantener la esperanza, en agradecer por lo que hemos alcanzado y en no rendirse jamás.
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