Por el Comité editorial de Panamá
La fecundación in vitro y la inseminación artificial suelen ser las primeras opciones de tratamientos que nos vienen a la mente cuando hablamos de resolver un problema de fertilidad, sin embargo algunas parejas que no consiguen ser padres es porque alguno de los dos, con más frecuencia la mujer, tiene un problema anatómico o una patología en sus sistema reproductivos, que puede encontrar una sencilla solución en el quirófano.
Aproximadamente entre el 10 y 20% de los pacientes que acude a una clínica de reproducción asistida, padece alguna patología orgánica y ese es el motivo principal por el que no puede concebir de manera natural. Un pólipo endometrial o un mioma suelen ser los problemas más recurrentes en las mujeres así como el varicocele en el caso de los hombres. Aunque en realidad, es la mujer la que más posibilidades tiene de pasar por una cirugía ya que a ella se le exige mucho más en el momento de la reproducción.
Es importante recalcar que en algunos casos la cirugía es el principio de un tratamiento de reproducción asistida, ya que en la mayoría de los casos se busca mejorar el pronóstico del tratamiento. Y esto es así ya que la mayoría de la gente que acude tiene poco tiempo biológico para embarazarse. La edad media de la paciente que recurre a la reproducción asistida es de 37 años, por lo que no hay mucho margen para esperar después de la cirugía, de modo que en la mayoría de los casos, se procede a realizar un tratamiento de reproducción.
Entre las causas más frecuentes para someterse a una cirugía sencilla en una clínica de infertilidad, están principalmente las referentes a patología orgánica: pólipos endometriales que dificulten la implantación del embrión, miomas localizados dentro del útero que igualmente puedan complicar la implantación, hidrosalpinx o cúmulo de líquido en las trompas de Falopio, lo cual es tóxico para los embriones y reduce la tasa de éxito del procedimiento de reproducción a la mitad, adherencias en las trompas que compliquen un embarazo espontáneo, quistes ováricos que requieran extirpación bien por salud de la paciente o también para facilitar la punción folicular en una futura FIV.
En el caso del varón podemos mencionar varicoceles –venas varicosas- o hidroceles –cúmulo de líquido- en los testículos, que producen síntomas como dolor, sensación de ocupación y que pueden afectar la calidad del semen en algunos casos.
La cirugía laparoscópica es por lo general el tipo de intervención quirúrgica más común en las clínicas de infertilidad. Recibe este nombre por el empleo del laparoscopio, un aparato que se introduce por una pequeña incisión cerca del ombligo y que permite la visión de la cavidad pélvica-abdominal con la ayuda de un lente óptico y un monitor que reproduce la señal en el quirófano.
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