Por el Comité editorial de Panamá
Ecografía basal: qué es y para qué sirve
La ecografía basal es una prueba diagnóstica extensamente utilizada en los tratamientos de reproducción asistida. Permite controlar la respuesta ovárica a la estimulación y diagnosticar posibles alteraciones de la ovulación. Los resultados de esta prueba, en definitiva, facilitan qué momento es el adecuado para iniciar la inseminación o la fecundación in vitro (FIV).
¿Qué es una ecografía basal?
La ecografía es una herramienta fundamental de cualquier tipo de consulta ginecológica. También lo es en los estudios de fertilidad, puesto que facilita:
- Informar de la salud reproductiva en la que se encuentra la paciente que desea quedarse embarazada o someterse a las distintas técnicas de reproducción.
- Controlar la respuesta ovárica a la estimulación.
- Programar el momento óptimo para la inseminación o la fecundación in vitro.
Esta prueba es, igualmente, la técnica de primera elección para detectar y evaluar anomalías tales como miomas uterinos, malformaciones como el útero en T, hidrosálpinx y quistes ováricos.
No obstante, en ginecología existen distintos tipos de pruebas ecográficas: ¿en qué consiste la ecografía basal?
Una de las maneras con las que actualmente se evalúa la reserva ovárica o número de óvulos en un momento puntual es mediante el recuento de folículos antrales. Estos se definen como estructuras quísticas ováricas donde crecen y maduran los óvulos. El número total obtenido representa el momento basal capaz de informar de cómo será la respuesta ovárica.
La contabilización de folículos antrales por ecografía basal se considera una de las mejores maneras de conocer la reserva ovárica. Este número total de óvulos disponibles varía en el tiempo, decreciendo gradualmente a partir de los 30 años.
¿Para qué sirve la ecografía basal?
El valor de esta prueba por imagen tiene un valor predictivo en los procesos de estimulación ovárica, primera fase de la fecundación in vitro (FIV). También se puede realizar una ecografía de referencia antes de una transferencia de embriones congelados o transferencia diferida.
En función del tamaño de la reserva ovárica y el perfil de la mujer es posible asignar el tratamiento de fertilidad más adecuado. De igual modo, con la ecografía basal se confirma el reposo ovárico. Este término se refiere a si existe una ausencia de quistes, al igual que si se detecta un folículo de mayor tamaño que pueda interferir en el proceso.
Ecografía basal: ¿cómo se hace?
La ecografía basal, que es la técnica con la que visualizar los folículos, se aplica cuando estos miden 1-2 mm de diámetro. A pesar de su tamaño reducido, es posible realizar un recuento y estudiar su crecimiento para calificar su reserva y establecer el mejor momento de quedarse embarazada. Así, se hace cuando la mujer entra en la primera fase del ciclo menstrual, recién terminada la regla, entre el segundo y quinto día.
Saber si se cuenta con una reserva ovárica óptima tiene relación con el número de folículos antrales contabilizados. La cantidad adecuada para la fecundación se estima entre 10 a 20 en total en ambos ovarios. Este número, sin embargo, puede variar cada mes y correlaciona con la edad. De esta forma, se considera que, como mínimo, una mujer menor de 35 años debe contar con 10 folículos. Por debajo de siete, la reserva ovárica se considera baja.
En algunas situaciones es posible realizar un seguimiento ecográfico del estado de los ovarios. El objetivo es tomar series de imágenes durante el ciclo menstrual para observar tanto el crecimiento como la maduración del folículo que será liberado en la ovulación.
Esta técnica es no invasiva y se lleva a cabo de la misma manera que una ecografía pélvica general, introduciendo una sonda por vía transvaginal.
¿Puede variar el número de folículos antrales?
El número de folículos antrales contabilizados por ecografía basal puede variar de un ciclo a otro, aunque esta diferencia no debe ser notable. Con el fin de conocer con exactitud la cantidad y calidad de los ovocitos se realiza un análisis de sangre el mismo día de la ecografía. Con él se especifican los niveles de hormona antimülleriana (AMH), marcador utilizado para estimar la reserva ovárica. Junto a estos valores, se recoge el análisis hormonal de FSH, LH, estradiol y prolactina. En reproducción asistida esta información se une a las pruebas realizadas en la pareja para iniciar el tratamiento más adecuado.
Resulta importante mencionar que la edad no es el único factor que determina la reserva ovárica. Si bien la fertilidad disminuye conforme desciende el número de óvulos, en particular a partir de la tercera década de la vida de la mujer, hay otras causas que explican una baja reserva de óvulos. Su merma también puede deberse a patologías ováricas, tratamientos oncológicos, enfermedades autoinmunes y endometriosis. Además, tener una menopausia precoz y enfermedades genéticas son condicionantes del número de ovarios.
La reserva ovárica estudiada por ecografía basal no tiene por qué vincularse necesariamente con la probabilidad de embarazo natural. Sin embargo, sí se relaciona con las posibilidades de éxito en la fecundación in vitro; de lo que se trata en FIV es madurar varios óvulos a la vez e incrementar así la probabilidad de que el embarazo ocurra. De igual manera, mujeres con una baja reserva ovárica presentan una menor respuesta a la estimulación ovárica pero sus óvulos pueden ser de mejor calidad para el proceso de fecundación.
Fuentes:
- Serna, J. (2023), Baja reserva ovárica ¿Me puedo quedar embarazada?, IVI. Disponible en la web: https://ivi.es/blog/baja-reserva-ovarica-me-puedo-quedar-embarazada/
- Verdú, V. et al. (2017), Estudios ultrasonográficos diagnósticos y de control de los ciclos en reproducción asistida, Sociedad Española de Ginecología y Obstetricia. Disponible en la web: https://sego.servicioapps.com/uploads/app/676/elements/file/file6458bfffcea11.pdf
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